Dicen que...

Me encuentro entristecido porque no he recibido una cantidad decente de comentarios que aprueben el reciente cambio en el blog. Sobre todo con la cantidad de lectores que de forma forajida leen mis corrientes palabras, porque ya me he enterado que son bastantes y eso por otro lado me alegra, tener seguidores de lo que escribo y me reafirma en el compromiso de escribir cada día mejor y más certero y más poético cuando sea el tiempo de cada una de esas cosas para que todos empiecen a declarar patrañas que se explayan en la imaginación de cada uno.

Me llaman escandaloso y polémico. Todo porque mis acciones son más bien juerguistas y eso crispa de sobremanera a personas que detesto profundamente, porque profesan un conservadorismo absoluto pero finalmente son más libertinas que todos. Me han llamado escandaloso porque he tenido ocasiones para hablar y expresarme de forma libre de las cosas – Y en este punto, debería ser normal que cada quien que lea, mire si encaja o no, porque no va para todos ni para quien uno podría creer-, me han dicho desvergonzado por atreverme a decir determinadas cosas que otros, desafiando la leyes de la hipocresía sólo dicen a las espaldas y al público otras distintas, y lo confunden erradamente con símbolos de educación y buenas maneras. Si por no caer en ese grupo de duplicidad moral y pusilánime me han de llamar escandaloso y polémico, pues entonces lo soy a mucha honra.

Sin embargo los que me conocen saben que ya no tengo esas sutiles características, saben que soy un hombre resignado a su mediocridad, a su pereza, un ermitaño, un haragán completo y ensimismado en mis propios pensamientos.

Me llaman payaso, lo que yo veo poco probable pues el oficio de hacer reír es bastante noble y yo con mi aspecto tosco no lo he logrado, muchísimo menos el de colocarme zapatos desmesuradamente grandes o hacer carcajear a niños, o personas tristes. Por lo que tal calificación la veo desmedida y poco objetiva. Nada más difícil que hace reír a alguien en estos tiempos impedidos, ciertamente y por lo menos, es más difícil que esparcirse en diatribas y en proferir insultos.

Díganme escandaloso, díganme polémico, díganme desvergonzado, díganme payaso: gracias por esos elogios no merecidos.

Y para terminar los que leen esto pero dicen que no les importa y hacen como si no existiese, qué tanto les cuesta un comentario sobre el cambio del blog? Apiádense pues mis facinerosos y apandillados lectores y cuéntenme que yo recibo críticas constructivas…Siempre que sean en un tono discreto y sin interrumpirme para empezar a hablar de forma cantinflesca.


-Raziel-

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