El sol marca el fin del atardecer, la penumbra divisa a lo lejos los trenes que nunca parecen llegar. Los lugares que sin tiempo parece que atravesaran el umbral, los cadáveres sin duelo ni redención infinita muestra de oligofrénico e hilarante comportamiento que la fobia le dejó.
Abril, mes de rayos de violeta que iluminan el mar azul que al fondo esconde el tesoro de tu mirar, principios sin finales, trofeos del perdedor, musas que se pierden al primer Romeo que encuentran, tiempos sin compases, declive de tu mente, rencores oscuros que ensordecen la fiesta al lado, espíritus que divagan por la ciudad, recorridos de calles que nunca miramos, recuerdos de lo que jamás pasó y un retrato que conserva tu rostro.
Tuve ocasión de decirte cuan hermoso era tu rostro? no creo, mi atención se perdía en tu mirada: epifanía que destrozaba la razón, que al fondo me decía lo que tu no te atrevías. A la defensiva como pocas, con escudo en mano defendiendo lo que no tenías, lo que ya habías perdido, medicaciones para una herida mortal., y esquiva de la batalla que nunca libramos.
Escribo desesperado, como esperando que las palabras me dijeran algo nuevo: ingenuo aprendiz que espera de melancolías, de relojes sin tiempo, de camas vacías y de dictados inocuos. No afirmes lo que nunca sucedió, no creas lo que cuentan los diarios cuando lo importante ya pasó. Ahora en un laberinto con luces y sin salida y cuando la canción ya terminó, que los aviones vuelan sin rumbo fijo, lo peor de la historia ya pasó.
-Raziel-
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